Aventuras geográficas (9) El país más extraordinario que el sol visita en sus rondas (5/15)














El país más extraordinario que el sol visita en sus rondas (5/15)

14 de abril 2017
Udaipur-Ranakpur-Jodhpur

Me gusta despertar y caer en la cuenta de los sonidos de un lugar en donde no he estado antes. Yo como las gallinas, sale el sol, empieza a clarear y me despierto. No han dado las 6 y ya estoy espabilado. El desayuno es hasta más tarde, por lo que me levanto y salgo del hotel a merodear. Hay construcciones como también árboles bordeando este lago secundario de la ciudad. Pasa una parvada de pericos verdes y caigo en la cuenta, que claro, estamos en el trópico. Camino por calles con algunos madrugadores y señoras que con una escoba corta, que hace que estén encorvadas, están limpiando el frente de sus casas o comercios. Llego hasta el reloj de la ciudad no sin antes cruzarme con la primera vaca, suelta por la calle. Como me estudio los mapas de las ciudades que visitaré, sé que a la derecha me encontraré con unos arcos que dan a una plataforma que termina en escalinatas que van a dar al lago. Hay una señora lavando ropa y otra de mayor edad bañándose con la ropa puesta y se está enjuagando el cabello. Regreso al hotel cruzando el puente que divide el lago Pichola del otro en el que está el hotel. Lo que he hecho es darle toda la vuelta al lago secundario. Algunas calles están pavimentadas, otras son polvo apisonado. Una agradable caminata matutina, en la cual observo, potencializo mis sentidos y reflexiono. Siento que conforme transcurre el tiempo, uno va quitándose alguna especie de ropa imaginaria que traes y empiezas a vestirte de nuevos pensamientos y percepciones. Siento que es una de las ventajas de viajar solo, porque estás callado, mirando, comprendiendo y vas cortando cierto lazo cultural poco a poco mientras el exterior va entrando  y tomando alguna forma diferente de meditación sobre las cosas.

            Desayuné y para las 8 ya estaba Lashkman en el lobby. El es de Jaipur. De estatura baja, más que yo, muy delgado, magro y un poco mayor que yo. Su piel está curtida por no sé cuantas horas de sol. Yo había solicitado de preferencia un conductor que hablara español, pero resultó que no fue así. Sin embargo no hubo problema con el inglés. Nos subimos al cochecito y estábamos listos para enfilar hacia Jodhpur, haciendo una parada en Ranakpur, cuando le dije que si podíamos antes subir al palacio del monzón, construido por un Maharana de la dinastía Mewar en el siglo XIX. Dentro del itinerario que había planeado, escribí los lugares que quería visitar y en el caso de Udaipur, había puesto la subida al palacio del monzón, para la tarde anterior y admirar la caída del sol sobre las montañas y lagos de la ciudad. Como es sabido, no fue posible dado el retraso de mi arribo. Lashkman hizo un pequeño mohín mientras yo adivinaba que estaría pensando que yo sería uno de esos visitantes caprichosos, pero accedió. El palacio del monzón está saliendo de la ciudad, sobre una alta colina que domina el paisaje y el camino es zigzaguiante. La estructura se conserva pero su interior está vacío y solamente éramos tres o cuatro personas andando por sus espacios. Te sentías como si estuvieras en el nido de un águila, pero el calor que empezaba a subir a tan tempranas horas, más te hacía recordar a Ícaro y temerle a subir más alto. Bajamos por el mismo camino y tomamos la carretera hacia Ranakpur.

            Si uno lee las recomendaciones para visitar India, dicen que el mes menos idóneo es abril. Mucho calor y sin lluvias. Pero para un yucateco eso era como estar en la patria chica, y por el contrario, como fui comprobando durante esos días, no hay turistas, no hay monzones y a todo accedes de manera mucho más fácil. Y claro, los precios de hoteles y servicios son más baratos. La elección del momento del viaje fue circunstancial y resultó muy provechoso.

            Ranakpur es un complejo de templos jainistas a mitad de camino y a mitad del monte. Dicen que el templo principal es tal vez el más espectacular de toda India. Aquí ya había más turistas y visitantes locales. De nuevo quitarse el calzado y brincar rápido hacia la sombra de la entrada que el piso estaba que quemaba. Lo que fui descubriendo en estas construcciones significativas de la arquitectura india era que no nada más te quitan el aliento por fuera y por la opulencia de su interior, sino que las ventanas eran relevantes (y no solamente por aquello del calor) por la manera en que te jalaban a admirar lo que había afuera, que hasta diría que estudiaban el entorno de tal manera, que desde el interior la vistas hacia el exterior y hacia el paisaje, eran igual de conmovedoras.

            Cuando regresamos a la carretera ya sería algo más del mediodía. No recuerdo bien pero fueron unas 5 o 6 horas de viaje de Udaipur a Jodhpur. Paramos en un restaurante a comer, no sin antes, al bajar del coche, ver en la rama de un árbol una tiernísima mona con su monito en brazos.

            Udaipur es la ciudad blanca por esa piedra clara de sus construcciones, mientras que Jodhpur es la ciudad azul. Si, azul añil. Tengo entendido que solamente se pintaban de ese color las casas pertenecientes a la casta de los brahmanes, pero en actualidad conlleva una connotación más pintoresca. Otra cosa que fui comprobando durante el viaje, es que India es famosa por el Taj Mahal, pero un poco abajito de ella, hay decenas de edificaciones impresionantes. Y en Jodhpur había tres: el palacio Umaid Bhawan, el fuerte Mehrangarh y el mausoleo Jaswant Thada. Al llegar para esa tarde solamente iríamos a primero.

            El Umaid Bhawan es uno de los palacios privados más grandes del mundo. En una parte vive el Maharajá de Jodhpur , en otra se encuentra un hotel de la cadena Taj, una corporación que reúne las hoteles de mayor lujo de la India y en la tercera hay un museo. El Umaid Bhawan se edificó en la primera mitad del siglo XX y sintetiza la voluptuosidad de la cultura aristocrática india con amplios guiños al Art Deco occidental. De hecho en algunos espacios relevantes, el interiorismo corrió por cuenta de un diseñador polaco. La utilización en su construcción de piedra arenisca de color amarillo dorado de la zona, tirando en la sombra a un tono rosáceo, que amabiliza su interacción con el paisaje. Después de la visita al museo llegamos al centro de la ciudad para visitar su bazar y la plaza del reloj y ya nos fuimos al hotel. En Jodhpur sentía más animación y ruido que en Udaipur y ya me estaba empezando a familiarizar con un ambiente vespertino de calor y calima que le daba al horizonte, al caer el sol, un aire de cierta ensoñación.


            El hotel estaba bien, aunque me parecía simpático que para cerrar la puerta por fuera, además del picaporte le tenía que pasar un candado. De una sola planta, era como de villas con tres o cuatro cuartos, alrededor de jardines muy tropicales. El comedor me gustó, era como un portal con arcadas abiertas al jardín y para cuando cené, volví a darme cuenta de la ventaja de viajar en esta temporada, y era que estaban ocupadas solamente unas dos o tres mesas. Regresé al cuarto a través de un exuberante jardín y entre los árboles había una escultura de Ganesha, el dios de la cabeza de elefante y patrono de las ciencias, las artes, la sabiduría y el intelecto.

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