Embarcadero (Nótese la esfinge, que creo Maximiliano trajo de Egipto, en la punta)
Una de las dos únicas águilas mexicanas imperiales en el balcón-mirador. Yo creo que fueron puestas después de la partida de Maximiliano hacia México.
Ofrecimiento del trono mexicano (La mesita de la izquierda existe al igual que este cuarto que está contiguo a la recámara de Maximiliano y Carlota. ¡El castillo no se había terminado!)
En un día como hoy, en el Cerro de las Campanas (Querétaro), Maximiliano de Habsburgo fue fusilado. Así terminaba el Segundo Imperio Mexicano. Cada 19 de junio en la capilla del Castillo de Miramar, a las 8:oo de la mañana se celebra una misa en su recuerdo. Miramare, el castillo blanco sobre el Adriático, cerca de Trieste:
Oh, Miramar, a las tus blancas torres /atediadas por el cargado cielo,/ foscas con vuelo de siniestras aves, / vienen las nubes.
(...)
¡Castillo, adiós; nido de amor alzado / en vano para los felices días! /Otra aura en el océano arrebata/ a los esposos.
(...)
Con ardiente esperanza dejan salas / grabadas de sapiencia y de triunfos / historiadas. Y Goethe y Dante al sire / hablan en vano,
desde las tablas vívidas: lo atrae / sobre la mar mirándole una esfinge: / él cede, y deja a medio abrir el libro/ del romancero.
(...)
Miramare (Giosué Carducci, 1835-1907)
Para un mexicano, visitar el castillo de Miramare es conmovedor, más aún si lo hace un 19 de junio. La fecha la sabía, por ello procuré hacerlo en ese día. A este castillo viajó la delegación mexicana y un campechano, José María Gutiérrez Estrada, quien fue el que gestionó el ofrecimiento del trono mexicano para Maximiliano. Curiosamente Gutiérrez murió en París en 1867, el mismo año que Maximiliano.
En el salón del trono hay un enorme retrato de Maximiliano como emperador de México y nadie se percata que en el paisaje detrás de él, uno puede reconocer la torre redonda del alcázar del castillo de Chapultepec. Pero, en opinión personal, es mejor el retrato de los emperadores que tenemos en Chapultepec (claro, son de Franz Xaver Winterhalter, el pintor de los monarcas de mediados del XIX, busquen los retratos de Sissi y de Eugenia de Montijo, la esposa de Napoleón III)
Aunque anduve como un turista cualquiera por sus salones, no dejaba de imaginar que en ese mismo salón, ante esa misma mesita de piedras duras, regalo de un Papa, se asentaron los papeles que daban a Maximiliano el gobierno de una tierra que jamás había contemplado. En las mismas escalinatas del embarcadero desde donde se embarcó hacia el Novara, que lo traería a su nuevo imperio, o por donde había desembarcado Sissi para visitar a sus cuñados (creo que de vuelta de Madeira), me senté y me puse a chapotear, frente a la esfinge, que me gustaba imaginar que veía hacia México.
¡Adiós, Mamá Carlota! te vas para México, hacia el Castillo de Miravalle (Chapultepec) y la tierra del Mayab será el único viaje que harás fuera del centro de tu nuevo imperio. Dicen que por bañarte en un cenote, camino a Campeche, te agarró un "mal aire" que te llevó a la locura... (Y mientras trataba de descifrar el enigma de la esfinge, me pareció que pasó volando un águila devorando una serpiente, pero estoy en el Adriático, no en el lago de Texcoco... y seguí chapoteando)
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