Aventuras geográficas (7)... Manila, la perla de Oriente

Bahía de Manila (foto:Dai Lo :-))

Campo de orquídeas en Silang
Sampaguitas en botón


Iglesia de San Agustín (Manila, Intramuros)

Spoliarium de Juan Luna y Novicio

Una de las rutas marítimas más interesantes en la historia universal, es la de la famosa Nao de China o Galeón de Manila. Dos veces al año, zarpaba desde Acapulco un barco que recorría el Pacífico y arribaba a la zona de las islas Filipinas, llamada Visayas para subir hacia la bahía de Manila. Ahí dejaba su carga y de regreso, por el "tornaviaje" que descubrió en 1565 Andrés de Urdaneta, subía hacia el norte por el Mar de China, para tomar las corrientes y vientos que lo regresaría hacia lo que ahora serían las costas de Baja California Norte, bajaba por Mazatlán y arribaba de nuevo a Acapulco. A este puerto mexicano llegaban las "chinerías" (porcelanas, sedas, lacas, marfiles, etc.) que eran transportadas a la Ciudad de México, a Veracruz, quedando algunas por estas tierras, para proseguir hacia La Habana, Cádiz y Sevilla.


Yo siempre me he preguntado porqué en la talavera de Puebla, especialmente en la azul y blanca, hay escenas orientales. Y para extremos la vajilla del Sanborns. Es por esta influencia de las porcelanas chinas que llegaron durante el virreinato vía Manila y de ahí también nos llegaron flores, árboles y frutas (quién no disfruta un mango manila, cuya gota se desliza hasta el codo :-). Vía Filipinas, llegó la china poblana, que es la representación femenina del traje nacional mexicano ¿Y por qué la camisa del traje regional yucateco tiene cuello oriental y se llama filipina, siendo que la otra indumentaria, más popular, es la guayabera y ésta nos vino de Cuba?


Mi álbum de imágenes manileñas y filipinas se presenta como un caleidoscopio de sensaciones:

1) El atardecer en la bahía de Manila, dorado, como de oro antiguo.
2) Las iglesia barrocas, con su fusión de lo español y lo asiático. La iglesia de San Agustín, cuya fachada tiene hornacinas con santos y leones chinos y su magnífico interior, su sillería y órgano en el coro de delicada belleza.
3) El personaje de José Rizal (1861-1896) cuyo poema Mi último adiós antes de ser fusilado es un canto hermosísimo a su patria.
4) Las pinturas de Juan Luna y Novicio (1857-1899) y ese gran cuadro, por dimensión (7 x 4 metros) y dramatismo, llamado Spoliarium (1884) en el Museo Nacional de las Filipinas.
5) La sofisticación de lo filipino, ya sean sus casas antiguas, su vestimenta nacional (el barong tagalog) de fibras de piña y/o plátano y delicados bordados sobre dichas telas.
6) Los campos de arroz del paisaje filipino. El carabao, una especie de buey de largos y torneados cuernos que corona a este emperador de los campos de arroz, con un fondo de azul y rosa en los atardeceres de la isla de Luzón.
7) El órgano de Las Piñas, con tubos de bambú y dulce sonido, en una iglesia de fresco techo también de bambú. Ahí los santos no han de dudar en cantar, junto al alma filipina que es todo canto, que son muy artistas.
8) La sampaguita, una variedad del jazmín, que se vende en guirnaldas por las calles rematada con un ylang-ylang o flor de mariposa (¡Si, las mariposas son flores de Oriente! y yo creo que ya sea por Veracruz o Yucatán pasaron a Cuba, donde ahora es la flor nacional) Me he encontrado alguna sampaguita por aquí en Mérida, y olerla es oler Manila.
9) Las orquídeas que están por todos lados, así como muchas plantas, flores y frutas para goce de los sentidos.
10) un largo etcétera...

Parecería que nuestra idiosincracia mira hacia el poniente y el norte. Y es que nuestra mirada vió por unos siglos hacia oriente y esa mirada se llenó de maravillas que nos rodean y están en nuestra cultura. Si como dice la canción "el sur también existe", yo diría que "el oriente también existe". Y esta perla oriental aún existe con un oriente que continúa brillando dentro de nuestra cultura mexicana.


Nota: "Oriente" se le llama al brillo de la perla. Es la iridiscencia que se forma en la superficie de las perlas.

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