Aventuras geográficas (6)... "La temporada"


Una de las costumbres que más me gusta de nosotros los meridanos (en su gran mayoría pero igual vienen otras personas de la penínusula, de otros estados y ya ahora algunos extranjeros) es la de "la temporada". Esto es para los amables lectores no yucatecos, cuando para los meses de julio y agosto, los que tienen casa en la playa, en los kilómetros y kilómetros de casas a la orilla del mar (Chuburná, Chelem, Progreso, Chicxulub, Uaymitún) se trasladan a vivir por unas semanas y/o a permanecer unos días como invitados de familiares o amigos. Claro, esos días de descanso los disfrutan los que no van a la escuela o no tienen trabajo para esas fechas. Los que sí, viajan por la mañana a Mérida (es cuestión de 30 a 45 minutos), laboran y regresan por la tarde/noche a pasar esas horas con los familiares y amigos a la orilla del mar.


Me resulta curioso que ya desde finales del XIX, las compañías de ópera, zarzuela o teatro respetaban esta época del verano para no venir a Mérida, sabiendo que sus habitantes solían ir hacia las playas. Ya más en este siglo mi abuela me contaba de cómo pasaban esas semanas, con el reencuentro con los vecinos de verano, las tardes "playando" (caminar por la playa) recogiendo caracoles y conchas, de cómo entre los jóvenes y niños se reunían a jugar o a poner una obra de teatro (generalmente inventada para la ocasión) que ensayaban para luego invitar a todos a que llevaran sus sillas y con sábanas montar un telón y escenario para la representación, los amores de verano, etc...


Ya más a mí, me tocó ir buscar "hueches" (bichos de mar que se encontraban entre la arena mojada) para los anzuelos de la pesca, elevar cometas, jugar beisból, las fogatas con hotdogs y zunchos (=malvaviscos, esta palabras es MUYYY yucateca, solamente nosotros la usamos para esta golosina), tomar la lámpara de queroseno de mi tío para que saliéramos a playar durante la noche, las historias de espantos cuando nos acostábamos a dormir en nuestros hamacas y se apagaba la luz, esperar al de los dulces caseros que iba por la playa al cual le "caíamos" para comprar los merengues, los dulces de pepita de calabaza, la pulpa de tamarindo, los "zapotitos"... El mar era solamente el mar y por la noche únicamente se veían las luces del muelle de Progreso y alguna luz perdida de los pescadores en su faena. Ahora el mar tiene companía y es que las cosas cambian y ahora hay lanchas, motos de agua y yates. Antes la temporada era algo muy comunitario. La vida pasaba en la playa, en la arena y todos entrabamos a las casas (claro, con la correcta educación) si nos invitaban a jugar a la lotería (que no es la lotería de boletos y premios, sino un juego de cartas y planillas muy mexicano) o si había alguna reunión o fiesta. Luego a los pueblos de la costa llegaban el circo y la feria ¿quién no recuerda los famosos "futbolitos"? (=una mesa con muñecos en un tubo que se hacían girar para meter goles con una pelota suelta por la mesa)... Claro aún sigue la costumbre de verse por la noche en los "futbolitos", o eso creo...
Hacía muchísimo años o que no estaba para la "temporada" o no la disfrutaba como ahora...(otro signo de la vejez, jeje) De nuevo frente al mar, me he parado y jugado a pensar que enfrente si sigo en línea recta está Nueva Orleáns, no sin antes toparme con el arrecife de Los Alacranes; si giro hacia la derecha llego a Miami o Tampa; si giro a la izquierda Galvestón; me imagino al Emancipación (que nunca vi pero sé de la historia) con sus pacas de henequén saliendo del puerto o llegando con los mármoles para el Palacio Cantón o las tejas marsellesas para los corredores de las casas meridanas (entre ellas la de mis abuelos); o si bordeo la costa y sigo recto estaría en Cuba; y si continúo más allá, me encontraría con tierras lejanas jamás imaginadas... han pasado tantos años desde aquellas geografías imaginadas que al sentir las olas y sus espumas entre los pies agradezco, no sé si a la vida, si al destino pero sin duda a Dios, el que en un cajón en el lado izquierdo de mi cama, guarde en pequeñas dosis, arenas recogidas en lugares impensables para mí hace tantos años.
Mientras el aire salitroso llena mis pulmones y escucho a lo lejos las risas de la familia en franca tertulia, las casas y terrazas se empiezan a iluminar. Mientras el sol ya metido en el horizonte da paso a esa "hora azul" que ni es de día, ni de noche, tomo un puñado de arena y lo meto en mi bolsillo...

Comentarios

  1. estimado ladronderosas:

    veo que usted es también ladrondearena… :-)

    curioso es que hace poco me topé con la noticia extraña sobre un hotel en cancún al que obligaron a cerrarse por robar arena en la playa… :-))

    pero, ¿se imagina? ¡tal vez el puñado de arena que se lleva hoy a casa al caer la tarde es arena emigrada y desplazada de alguna de sus geografias impensables e imaginadas!

    probablemente proviene de california, de colorado, de bordeaux… o -- who knows?-- de las dunas de ilocos norte.

    según como cante, puede decirse su proveniencia. seguro que usted ya lo sabe, como buen músico que es: que, normalmente, la arena emite un sonido en la tonalidad del do mayor; en el desierto de chile el sonido es en fa mayor; y en marruecos en sol menor.

    por lo general, la arena que conozco en mi país entona según esté yo de buen o de mal humor… :-)

    ResponderEliminar
  2. I would like to share with you a poem written by Robert William Service (January 16, 1874 - September 11, 1958), a Scottish poet and writer.
    Please pay special attention to the last stanza. I think it is lovely! :-)


    A GRAIN OF SAND

    If starry space no limit knows
    And sun succeeds to sun,
    There is no reason to suppose
    Our earth the only one.
    'Mid countless constellations cast
    A million worlds may be,
    With each a God to bless or blast
    And steer to destiny.

    Just think! A million gods or so
    To guide each vital stream,
    With over all to boss the show
    A Deity supreme.
    Such magnitudes oppress my mind;
    From cosmic space it swings;
    So ultimately glad to find
    Relief in little things.

    For look! Within my hollow hand,
    While round the earth careens,
    I hold a single grain of sand
    And wonder what it means.
    Ah! If I had the eyes to see,
    And brain to understand,
    I think Life's mystery might be
    Solved in this grain of sand.

    ResponderEliminar
  3. Estimada Dai-lo:
    Gracias por tan sublimes líneas... me ha gustado mucho lo de las "arenas musicales"... me parece que la metáfora es sensacional. Las arenas filipinas están en re bemol mayor, tonalidad de las más bellas piezas para piano :-)
    Y el poema ni qué decir... :-)
    Yo me lleno de arena los bolsillos, pero Ud. los tiene llenos de estrellas...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario